Mindfulness n.4: Atención a la Respiración

 

Este artículo es el nº4 de la serie relacionada con el Mindfulness: Atención a la Respiración

Nuestros cuerpos están conectados con el planeta por un continuo intercambio rítmico en el que la materia y la energía van y vienen entre nuestro cuerpo y lo que denominamos «medio ambiente». Una de las formas a través de las cuales se da este intercambio de materia y energía es a través de la respiración. La respiración cuenta con un importante aliado para llevar a cabo su trabajo: el corazón. El latido de nuestro corazón es, como la respiración, un ritmo vital fundamental.

El ritmo de nuestra respiración cambia considerablemente en función de nuestras actividades y de nuestros sentimientos. Se acelera con el ejercicio físico y los trastornos emocionales y se enlentece durante el sueño y la relajación.

Nosotros tenemos cierto control consciente de nuestra respiración. Podemos, si lo decidimos, controlar voluntariamente el ritmo y la profundidad de nuestra respiración, o retenerla durante un breve periodo de tiempo. Por lo general la damos por sentada y no le prestamos atención a menos que ocurra algo que nos impida respirar con normalidad o a menos que empecemos a meditar.

Son varias las regiones de nuestro cuerpo en las que podemos concentrar la atención de las sensaciones asociadas a la respiración. Una de ellas, obviamente, son las fosas nasales. También podemos concentrarnos en la expansión y contracción del pecho, y en la sensación del vientre que, si está relajado, se hincha y deshincha a cada respiración.

Mindfulness a la respiración consiste, independientemente de la zona a la que decidamos prestar atención, en ser conscientes de las sensaciones que acompañan a la respiración en ese lugar concreto y de mantenerlas, instante tras instante, en el primer plano de nuestra conciencia. Concentrarnos en la respiración abdominal puede resultar muy tranquilizante. El vientre es, literalmente, el centro de gravedad de nuestro cuerpo, alejado de la cabeza y de la vorágine, por tanto, que afecta a nuestra mente pensante. Por eso, empezar «familiarizándonos» con el vientre como un aliado restablece la calma y la conciencia, aunque con lo que realmente estamos familiarizándonos es con la conciencia.

Cualquier momento del día en que prestemos atención a nuestra respiración se convierte en un momento de conciencia meditativa (práctica informal). Esta es una forma muy eficaz de conectar con el presente y orientarnos hacia nuestro cuerpo y lo que estamos sintiendo en cualquier momento del día.

Bibliografía: “Vivir con plenitud las crisis” de Jon Kabat-Zinn

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