Este artículo es el nº13 de la serie relacionada con la Meditación: Meditación Interior
Son pocos los que logran llegar a esta parte de la travesía interior. El tránsito hacia la Meditación _ desde el estado de Concentración No-dual del que partimos_ puede ocurrir sin contratiempos, pero es frecuente ser testigo de la propia disolución. La mente, advertida de dicho evento, se resiste, induce el miedo más contagioso: la muerte. Avisada la mente de la extinción total de su naturaleza individual lucha por subsistir, igual que alguien que se ahoga clama por una bocanada de aire.
Dada la comprensión de la propia entrega, de la entrega total, y llegado el momento propicio, nace el estallido interior. El corazón eclosiona, algunas veces haciéndose mil pedazos, y otras la mente se diluye como polvo que el viento se lleva. El viaje al infinito se detecta como una maravillosa expansión que no tiene límite.
Es frecuente notar que el universo interior se expande a cada instante que acontece. Regiones inadvertidas de espacio se hacen visibles a la luz interior y el tiempo se detiene para hacerse infinito. Universos acontecidos y otros por nacer dejan huellas como pisadas en fango seco que advierten su existencia. Sin importar dónde esté la vista interior todo se conoce, todo se relaciona con lo restante, todo se percibe simultáneamente.
Reconocerse en todas las partes de todos los todos implica un acto de integración solo imitado por el amor. La bienaventuranza absoluta se expresa como la integración de todo lo existente. Oleadas de amor se detectan como causantes del fuego que otorga la vida a todo lo creado y se expanden en todas direcciones avivando la llama de la existencia.
En meditación, todo secreto se revela y todo arcano se hace conocido. No falta ni sobra nada, todo es tan simple como complejo. Desvanecida la mente como nube que el viento deshace en jirones, el universo entero se convierte en la habitación donde la vida se crea y se consume a sí misma. No hay donde ir, no hay donde regresar. La potencia de la vida es contenida por la fuerza de los infinitos que la conforman.
Lo único cercano a describir tal experiencia es el llanto del místico. El silencioso llanto da testimonio de un universo interior más allá de todo ser humano.
Extraído del libro Meditación, teoría y práctica de Sesha