Este artículo es el nº30 de la serie relacionada con el Mindfulness: Vida diaria. Lavarse la cara.
Agua corriente, te lavas la cara
Puedes conectar con una gran dosis de felicidad mientras te lavas la cara, te cepillas los dientes, te peinas, te afeitas y te duchas si sabes cómo proyectar la luz de la atención sobre cada una de las cosas que haces. Por ejemplo, al abrir el grifo, puedes disfrutar del contacto con el agua corriente que brota del grifo y también con la fuente del agua. Puedes recitar el siguiente poema:
“El agua fluye desde altas fuentes de montaña. El agua recorre las profundidades de la tierra. Milagrosamente, el agua llega hasta nosotros. Estoy colmado de gratitud”.
Estos versos nos ayudan a ser conscientes del viaje del agua desde su origen hasta el lavabo del baño. Eso es la meditación. También adviertes lo afortunado que eres al disponer de agua corriente con tan solo accionar un mando. Esta consciencia te aporta felicidad. Eso es la plena consciencia.
El mindfulness es atención, es la capacidad de reconocer lo que está pasando en cada momento. Lo que está ocurriendo aquí es lo siguiente: abres el grifo y el agua fluye para ti.
No te apresures en terminar y dedicarte a otra cosa. ¡Eso es la meditación! La meditación consiste en ofrecerte a ti mismo tu presencia genuina en cada momento. Es la capacidad de reconocer meridianamente que todo instante es un regalo de la vida, un regalo de la tierra y el cielo. En el zen, esto recibe el nombre de «gozo de la meditación».
Bibliografía: La Paz está en tu interior. Prácticas diarias de Mindfulness de Thich Nhat Hanh. Ed. Espasa Libros, S. L. U.